Un corazón que sana
toda enfermedad

Corazón de Jesús

 «Yo les daré un corazón nuevo, infundiré en ustedes un espíritu nuevo, arrancaré de ustedes el corazón de piedra y os daré un corazón de Carne”[1]. En las experiencias milagrosas de sanación que nos narran los evangelios, Jesús más allá de una curación, realiza en la persona una sanación, es decir, un proceso profundo e integral de salud que transforma toda la realidad de la persona. Quien se encuentra con Jesús es definitivamente transformado. Cristo les propone muchas veces a los fariseos y a quienes ostentan el poder religioso, limpiar la copa por dentro[2] para responder adecuadamente al proyecto de Dios. En otras palabras, una sanación integral exige un cambio de Corazón.

En estos tiempos de enfermedad, en el que nos ha tocado replegarnos en casa, por temor a contagiarnos, en la oración de muchos cristianos, se implora a Dios la sanación de todos los que están aquejados por la terrible enfermedad del Covid 19. Pero al reflexionar exhaustivamente nuestra realidad, descubrimos que hay un mal mucho más grande que el “covid” que sigue destruyendo vidas, no sólo temporalmente, sino eternamente, la enfermedad del Pecado.

Ante esta realidad San Juan Eudes sale a nuestro encuentro y nos regala el corazón nuevo que necesitamos para sanar desde adentro, el corazón del mismo Jesucristo.

En la experiencia profunda de contemplación amorosa a la Santísima virgen María y a su hijo Jesús nuestro santo francés descubre la espiritualidad del Corazón.

En 1648, fruto de dicha dinámica contemplativa, con ocasión de las misiones en Autum y la fiesta del Corazón de María, plasma en el texto: La devoción al Santísimo Corazón y al Sacratísimo nombre de la bienaventurada Virgen María la liturgia del Corazón de María y su reflexión práctica de la devoción que estaba cultivando. Hay que tener en claro que Juan Eudes al contemplar a María, ve en ella a su centro y fundamento, es decir, al mismo Jesús, sin quien ella, nada puede y nada es.

En ese camino de meditación, desmenuzando atentamente cada verso del evangelio, llega hasta lo más profundo de esta bienaventurada mujer, a su corazón; lugar en el que están contenidos los sentimientos, afectos, y deseos más íntimos del ser. Lo que nos invita a responder: ¿hacia donde están orientados todos los sentimientos, afectos y deseos de la Virgen María? evidentemente que hacia su hijo Jesús.

Al contemplar el corazón de María Juan Eudes se da cuenta de que esta madre admirable, no ama, desea, ni quiere otra cosa que lo que ama, desea y quiere su hijo, descubriendo así que el Corazón de la santísima Virgen María y el de su hijo Jesús, no son sino, un sólo corazón, llamándolo el Corazón de Jesús y María.

Si bien la fiesta inicial del corazón de María que se celebró por primera vez el 8 de febrero, era también en honor al corazón de Jesús, su evolución doctrinal y pastoral lo llevó a celebrar la fiesta del corazón de Jesús propiamente el 20 de octubre y en cuya liturgia se honra el corazón corporal, objeto de culto por ser el corazón del hijo de Dios, formado en las entrañas de María. Corazón que es depositario del amor del Padre. «En Jesús Dios mismo nos ama con un corazón de hombre»[3]

En su obra El Corazón admirable de la sacratísima madre de Dios, concluido en el ocaso de su vida (1681), se refleja la madurez de un hombre que ha dedicado toda su vida al servicio del Señor y de su Iglesia formando y evangelizando; esforzándose por continuar y completar la vida de Jesús en su vida y en la de sus hermanos, con una espiritualidad donde abunda la misericordia, expresada en sus muchas obras en favor de los vulnerables, los que viven en las periferias existenciales. Convirtiéndose, con palabras de él mismo, en el abogado, procurador, y defensor de los más pobres. Misericordia que también aplica en la formación de sacerdotes dignos y santos, es decir, en pastores según el Corazón de Dios. Realizando todas estas acciones movido por el mismo amor que llevó a Jesucristo a entregar su vida por nuestra Salvación. En dicha obra, compuesta por doce tomos, se dedica el último de ellos expresamente al Divino Corazón de Jesús.

 Cuando San Juan Eudes habla del Corazón de Jesús se refiere a la misma persona de Jesús y al misterio de su amor.  Podemos ver tres expresiones claras de ese corazón, primero, su órgano vital, el corazón corporal, realidad humana, asumida por la divinidad en una unión hipostática; el Segundo da paso a la simbología e identifica el corazón espiritual, parte superior de su alma santa, que comprende su entendimiento y voluntad en su doble dimensión divina y humana, y el tercer corazón es el Espíritu Santo llamado por él el Corazón divino[4].

Con esta devoción nos propone este gran santo, apropiarnos de ese corazón, hacerlo el corazón de nuestro corazón, para no amar sino con el Corazón de Cristo.

El mayor acto de sanación, es la conversión, por eso, quien se apropia del Corazón de Jesús, recibe al mismo tiempo un motor de vida que le hará ver todas las realidades en las que se ve inmerso de una forma diferente. Ya no habrá otro anhelo y deseo que no sea el del Señor, podremos amar como él ama, con un amor que es capaz de dar la vida, con un amor que lo entrega todo, con un amor que busca la salvación de sus hermanos, con un amor que impregna todo a su alrededor de Dios.

En ocasión de esta hermosa festividad que nos ha regalado nuestro padre San juan Eudes, pidamos ser bendecidos con un corazón nuevo, el de Jesús y María, para ser sanados desde adentro y poder sanar a nuestro mundo carente de amor. Para que podamos formar con Jesús y María, todos juntos un solo corazón, una hoguera de amor.

                                                                                                                                                                                                  P. Erick Ceballos, cjm

[1] Ez 36, 26-28.

[2] Cf. Mt 23, 23-26.

[3] Milcent P. Saint Jean Eudes. Une conception… p 26.

[4] Cf. San Juan Eudes, Obras escogidas, p 93.

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