Conversión de san Pablo

San Pablo, de perseguidor a Misionero

A lo largo del desarrollo de la Iglesia y todo lo que ha sido la historia de la salvación, han surgido grandes predicadores que se han desgastado por llevar la buena nueva de Jesús a los más necesitados y donde nunca nadie lo había hecho.  La gran mayoría de ellos, fueron grandes predicadores y santos que enfocaron su vida en torno a la misión, evangelización y propagación del mensaje amoroso de Cristo; sin embargo, con un pasado oscuro donde nunca hubieran imaginado llegar a alcanzar la santidad.

            En este caso hablaremos de Pablo, un apóstol de la misión y de la verdad que solo viene de Cristo Jesús. Saulo, como se le conocía antes de su conversión, fue un perseguidor de cristianos que durante mucho tiempo derramó sangre de inocentes que solo buscaban llevar la verdad a los hombres. A pesar de esto, Saulo encontró la conversión y la salvación, pues, fue capaz de desprenderse de todo por seguir a Cristo. Algo curioso de la conversión de Pablo camino a Damasco (Cfr. Hch 9, 3), es que él escucho la voz de Jesús pero no lo reconoció, a pesar de que durante su vida se dedicó a perseguirlo. Ahora, ¿realmente sabía a quién perseguía?

            En efecto, Pablo desconocía a la persona de Jesús, ignoraba por completo a aquel hombre a quien persiguió por medio de sus discípulos; sin embargo, cuando Pablo tiene el encuentro con Jesús y reconoce quien le habla, su historia cambia y comienza una nueva vida por el camino de la verdad.  De esta manera, es notorio que lo primero que Pablo hace para comenzar su camino de misión es convertirse de su pasado, transformar por completo su mentalidad, para asumir a Cristo como centro de su vida, a pesar de que en muchas ocasiones el camino fuera difícil y la cruz cada vez más pesada.

            Así pues, posterior a su conversión, Pablo inicia su camino misionero. “[…] y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: ‘Este es el hijo de Dios’” (Hch 9, 20). De manera contundente, San Pablo se da cuenta que para iniciar su camino misionero no le bastaba con ser él mismo, ni siquiera con su gran capacidad le funcionaría hacer llegar el mensaje; es por ello, que se da cuenta que quien debe actuar en él es el mismo Cristo.  Esto, se vuelve una verdad para Pablo y lo afirma recalcando que ya no vive él, sino que es Cristo quien vive (Cfr. Gal 2, 20). Pablo, al igual que San Juan Eudes, se da cuenta que es necesario renunciar a todo, incluso a sí mismo, para adherirse a Cristo; y es aquí donde está la gran ventaja de sus misiones, en que siempre fue Cristo quien se dio a conocer.

            Sin duda alguna, San Pablo fue un apasionado por transmitir el menaje de Jesús y en sus incontables viajes siempre procuró llevarlo, a pesar de que en algunos casos terminó preso, sufrió la persecución que por mucho tiempo él dirigió e incluso fue torturado públicamente sin importar ser romano (Cfr. Hch 16, 37). Y aun así, Pablo no desistió de la misión que el Señor le encomendó, pues a pesar de las dificultades supo afianzarse en Cristo y recibir consuelo de quien le prometió estar siempre con él (Cfr. Hch 19, 18-20).

            En este punto, sería oportuno preguntarse: ¿Sabía Pablo la gran obra que Dios haría en él? Tal vez, Pablo nunca imaginó que abriendo su corazón a Cristo conseguiría tantas almas para el Señor y seguramente en sus misiones, a pesar de que fueron tantas, nuca estuvo pendiente de lo que él pudo hacer en las personas. San Pablo, como hombre de Dios, reconoció que lo que para él antes fue ganancia ahora lo considera basura en comparación con Cristo (Cfr. Flp 3, 7-8). Se podría decir, que Pablo fiel a la palabra de Jesús, consideró que solo hizo lo que tenía que hacer (Cfr. Lc 17, 10) y nunca buscó gloriarse en su misión (Cfr. 1 Cor 9, 16), sino que siempre puso su mirada en el Divino Maestro y en la salvación de las almas.

            En síntesis, San Pablo fue capaz de llevar el Evangelio de Cristo a todas las naciones que pudo sin temor a perder su vida, pues, para él nunca fue negociable la predicación del Reino, siempre trató hasta el extremo de llevar a todos el mensaje de salvación y procuró nunca excluir a nadie de tan grande regalo de amor.  Es por esta razón, que San Pablo es un ejemplo misionero santo, que logró pasar de una vida triste y de pecado, a una llena de la alegría de servir y amar a quien es digno de todo amor, como diría Juan Eudes. Que San Pablo sea un ejemplo y frecuente intercesor para todos los misioneros y como él, no teman a entregar la vida por el servicio de Dios y las almas. 

José Andrés Daza, formando Eudista

3 comentarios en “”

  1. Agradecemos al formando José Daza por este artículo que nos recuerda la importancia de este magistral hombre: San Pablo. Muchas bendiciones.

  2. Buenos días hermanos:

    No obstante que somos débiles en ofrecernos al Señor, que bueno es estar en las manos del Gran Poder de Dios y del apóstol San Pablo, con Jesús y María en nuestros corazones. Amén .

    Hoy se festeja la conversión de apóstol San Pablo, camino de Damasco y el día del cursillista!!!✌

  3. Gracias por ese articulo de la vida de San Pablo, que supo vaciarse a sí mismo para que Cristo viviera en él, y así su obra fuera muy grande, maravillosa y trascendental, que Dios derrame sus gracias para que abramos nuestros corazones como Pablo y seamos muchos Cristos en este mundo, y ganemos muchas almas para el Señor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *