La relevancia del acontecimiento guadalupano
¿Por qué se le denomina Acontecimiento Guadalupano? Es un hecho que reviste una importancia trascendental por sus consecuencias en la evangelización de la cristiandad, del siglo XVI hasta nuestros días, o mejor dicho … especialmente necesario para nuestros días.
Dios ha mostrado su auxilio providente a través de toda la historia de la humanidad, pero en estos últimos siglos lo ha hecho especialmente a través de la santísima siempre virgen Santa María, “Estrella de la primera y de la nueva evangelización”. El Acontecimiento Guadalupano (Nueva España actual México S. XVI), fue seguido siglo con siglo con: Coromoto (Llanos de Caracas actual Venezuela S.XVII), Aparecida (Brasil S,XVIII), La Salette y Lourdes (Francia S.XIX), Fátima (Portugal S.XX). Todos y cada uno de estos acontecimientos debemos leerlos como cuando nos aproximamos a un libro de la Biblia, comprendiendo el contexto histórico, realizando una interpretación Cristocéntrica en unión al mensaje de salvación de Jesús, y descubriendo su relevancia para nuestra vida personal de testigos de Cristo hoy.
En esta serie de doce artículos buscaremos aproximarnos al misterio de Dios dueño y Señor de la Historia, a través de una de las intervenciones más portentosas de las que hemos sido testigos en el continente americano, y que tiene repercusiones en el mundo entero. Para ello nos apoyaremos en la documentación del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, fiel a las investigaciones de la comisión histórica que trabajó en el sustento histórico de la canonización de San Juan Diego y especialmente en la obra de su director: el Canónigo Pbro. Eduardo Chávez Sánchez, historiador y postulador de la causa del primer santo indígena americano.
Para ello comenzaremos por tratar de responder a ¿qué es lo más importante del Acontecimiento Guadalupano? pregunta que puede responderse en una palabra: Jesús. Nos enseña San Juan Eudes que la correcta forma de venerar a la virgen María es ver en ella siempre a Jesús. Y esto se cumple perfectamente en el Acontecimiento Guadalupano, pues en él María no viene sola, Dios sin tocar idolatría alguna llevó las semillas del Verbo a Cristo, presentándose en el vientre de una Virgen embarazada. Los mexicas comprendieron inmediatamente esto, tan solo con verla pues sobre el vientre de la Virgen está la única flor de cuatro pétalos (Nahuil Ollin), que es un símbolo mexica que les indicaba que dentro del vientre de la Virgen está el Dios que creó el universo, el creador de todas las cosas, el dueño del cielo y de la tierra, el creador de todas las personas.
Ellos comprendieron que El verdaderísimo Dios por Quien se vive, se hizo presente en medio de ellos en el vientre de la Virgen Madre, para traerles la Vida Eterna, y la esperanza de un Cielo Nuevo y una Nueva Tierra. Podían dar una perfecta catequesis de hecho así lo hicieron y la conversión masiva más grande registrada en la historia de la Iglesia se dio en tierras americanas cuando más de 8 millones de indígenas se convirtieron en 6 años, desde su aparición en 1531.
Pero para que nosotros lleguemos a la conclusión que llegaron los mexicas al verla, debemos tener el contexto que ellos tenían y la apreciación que ellos tenían. Labor nada fácil para un pequeño artículo, pero con la Gracias de Dios, buscaremos explicarlo.
Las fuentes primarias del Acontecimiento Guadalupano son tres: La imagen de Nuestra Señora (milagrosamente estampada en la tilma de San Juan Diego), la tradición oral (la manera en que transmitían con precisión el testimonio los mexicas), y los signos de los tiempos (toda la circunstancia temporal que rodea el acontecimiento que le da sentido trascendente).
Tocaremos cada una de estas fuentes en sucesivos artículos pero aquí nos concentramos en lo central de la venerada imagen de nuestra Señora. Ya hablamos del Nauil Ollin, la flor de cuatro pétalos, única en la imagen, que, sobre el vientre de la Virgen, les indicaba a los mexicas que en su vientre habitaba el Verdaderísimo Dios por Quien se vive. El cabello liso era exclusivo entre los mexicas de las mujeres vírgenes, las que no lo eran lo tenían que llevar trenzado. Por ello rápidamente con solo verla sabían que era Virgen y Madre.
Aparte de este signo central e importantísimo, otro que les hacía estremecer es que la Virgen se para frente al sol, poniendo un pie sobre una luna negra. Y vistiéndose con un manto de color azul – verde turquesa lleno de estrellas. Lo que les decía que ella era muy importante, más que los emperadores, pero que había Alguien más importante que ella, ella no era la luz, pero ella trae en su vientre a Aquel que es la Luz. Por eso tiene el rostro inclinado en señal de respeto. El manto de color azul-verde turquesa era un color que entre los mexicas solo podía usar el emperador, solo la nobleza podía llevar color en su vestimenta, San Juan Diego era un hombre humilde y ellos solo podían vestir prenda sin color alguno, Dios viene a los humildes “mazehuales” como San Juan Diego Dios los ennoblece al estampar la imagen de nuestra Señora en su tilma y llenarla de color.
El zapatito que pisa la luna no tiene ningún tipo de pigmento, es el color que actualmente tiene la tilma de San Juan Diego. La luna negra que este zapatito pisa, y que los españoles no comprendían y trataron de sustituirla por una de plata que se cayó con el tiempo, significaba mucho para los mexicas, pues ellos que se llamaban los hijos del sol, comprenden al verla que el Hijo de ella vencía el mal, pues para ellos lo peor que había era “el eclipse solar”, cuando la luna apagaba el sol, ese zapatito les explicaba que habría victoria sobre el mal y que contaban con ella como auxilio. Abrazando en su interior la profecía de Zacarías: “Por la entrañable misericordia de Dios nos visitará el Sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la Paz” (cf. Lc 1,78-79).
Hoy en día más que nunca somos responsables de dejarnos asombrar por Dios y llevar el mensaje de esperanza, en un mundo lleno de desesperanza, tal como lo recibieron los mexicas, en medio de la peor de las depresiones, en medio de una enfermedad terrible, ellos volvieron sus ojos a la Luz de Cristo, llenaron sus pupilas con la imagen de Nuestra Señora y la centraron en su vientre. En ella que con alegría danza, para traernos a Jesucristo que nos redime de la esclavitud del pecado y es capaz de presentarnos inmunes de caída ante su Gloria con alegría. Al único Dios todo el poder, el honor y la Gloria (cf Jds 0,24-25). ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe
Alfredo José Eugui
Hijo de los Asociados Mario Eugui y Rosemary Hirsch