El Magnificat

El Magnificat, el canto de la virgen María

Corazón de Jesús y María

Juan Eudes contempla este Misterio del Corazón de María a través de las raíces bíblicas, lo vemos en el texto de Lucas 1, 39-56. María después de la Anunciación, al conocer por medio del ángel, que su prima Isabel está esperando un hijo, sale inmediatamente, para un pueblo que está a varios días de camino, seguramente en un silencio y guardando en su corazón todo lo acontecido con el mensaje del ángel y su respuesta ante la voluntad de su Dios. También el hecho que su prima estuviera esperando siendo una mujer de edad avanzada, igual que ella siendo virgen, no tenía duda que Dios se manifestaba en ambas.

Al llegar a casa de Zacarías y se da el encuentro entre Isabel y María, vemos también la acción del Espíritu en Isabel y el niño en su vientre salta de alegría, podíamos decir que el salto del niño es como la danza del rey David ante el Arca, porque la llena de gracia vino a visitarlos. La alegría es un signo de la presencia de Dios, de la acogida y entrega a una vocación a la cual es llamada. Por eso casi siempre que uno habla del corazón se intuye una alegría presente y activa. Cuando uno interioriza la presencia de Dios en nuestra vida, uno esta alegre y quien más alegre que la llena de Gracia, que no solo está llena sino que el espíritu baña a los que la rodean. Vemos que Isabel se llena del Espíritu y se convierte en proclamadora y profetizadora: “Bendita eres… y bendito el fruto de tu vientre… Feliz tu que has creído… y se cumplirán las promesas del Señor.”

Luego vemos que María llena del Espíritu responde con ese canto maravilloso que brota de lo profundo de su corazón: “proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador…” y profetiza llena del Espíritu Santo, lo que Dios hace y hará en ella, reconociendo su Poder y Santidad: “y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz, porque ha hecho en mí favor, maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen”. María nos muestra que ese Dios es cercano y misericordioso con su pueblo, pero fuerte ante las inclinaciones, disposiciones e intenciones del mundo: “Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como había anunciado a nuestros padres – en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.”

María estuvo con Isabel durante tres meses ayudando y sirviendo, si el ángel le dijo que tenía ya seis meses de embarazo, quiere decir que Ella espero que el niño de Isabel naciera para luego regresar a su casa.

San Juan Eudes compone una reflexión hermosa en torno a este texto en el que resalta la grandeza de la Virgen María. Dejémonos llenar de esta gracia que María nos trae a todos nosotros.

Ramón José Hurtado Rodríguez Asociado eudista de Caracas

4 comentarios en “El Magnificat”

  1. Damos gracias a Ramón Hurtado por invitarnos a meditar en torno a este cántico tan especial que nos regala nuestra madre del amor hermoso. Bendiciones.

  2. Iraima Sandoval de Meneses

    Hola, gracias por este hermoso escrito, lamentablemente no pude asistir hoy a la celebración pero mi corazón y todo mi ser estaba unido en oración y pensamiento junto con María Santísima. primero quisiera saber por la salud de Ramón. Segundo quisiera el escrito de San Juan Eudes con relación a la oración del Magnífica la rezo todos los días varias veces. Feliz y santa noche. ❤ Jesús, yo confío en ti.

  3. Es un privilegio la intermediación de Ramón, que se deja tocar por el Espíritu Santo y nos inunda con la vida, de María e Isabel, dejándonos dar cuenta que son una Virgen y una anciana, influenciadas por el Señor, en sus posibilidades de embarazo. La primera porque es joven y virgen, llena del Espíritu Santo, en su inmaculada concepción y la otra porque siendo anciana y prácticamente sin opción para concebir, desde su arribo al mundo, sintieron el llamado del Señor, su protección y la misión que tenían, para aceptar ese llamado y cumplir con su legado humano. Amén .

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