Jesucristo rey del Universo: un reinado que no es de este mundo

Cristo rey

La solemnidad de Cristo Rey del universo es el cierre del año litúrgico, solemnidad de solemnidades, una de las más importantes, se pudiese decir, de la Iglesia Católica, entonces cabe la pregunta ¿Qué significa Cristo Rey del Universo?

La Fiesta de Cristo Rey devela la centralidad que tiene Cristo para la Iglesia Católica, un reinado que poco entendemos, y es que la liturgia nos presenta uno de los pasajes que jamás se nos ocurriría cuando hablamos de reinados: El dialogo de Jesús con Pilato justo antes de ser condenado a muerte.

Es curioso este pasaje que se nos presenta, pues el mundo nos muestra reinados muy contrarios a este, reinados ostentosos, con lujos, comodidades y placeres dignos de una persona honorable, esto nos hace pensar: ¿por qué cuando proclamamos a Cristo como el rey del universo lo vemos justo antes de su muerte? Esto nos recuerda la centralidad de nuestra fe: La Cruz asumida en todos los momentos de nuestra vida y que muchas veces es malinterpretada porque al cristiano no es que le gusta el sufrimiento, sino que sabe sobrellevar las dificultades propias de la vida y sabe que cada cruz tiene su redención.

Es justamente con base en esto que meditar la solemnidad de Cristo Rey, con esta afirmación, nos permite sumergirnos en una realidad medular de nuestra fe: un reinado que no es de este mundo, y es que justamente entender las palabras de Jesús a Pilato cuando le dice: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí» (Jn 18, 34) Como cristianos esta afirmación seguramente nos interpela mucho, sobre todo por ser el cierre de un año litúrgico que nos hace pensar en el sentido del cristiano y su misión en la tierra.

Al proclamar a Cristo Rey del Universo no debemos perder de vista estas palabras, pero sobre todo el sentir de la vida que nos promete Cristo: un camino donde la cruz y las adversidades forman parte de la vida, pero donde siempre se hará la voluntad de Dios Padre; Jesús viene a romper con esa imagen de rey que conocemos, un rey sencillo que no escatimó en entregarse por completo y servir, he allí el verdadero legado y reinado que nos ofrece Cristo, pero fundamentalmente un reinado que no puede ser entendido y explicado por la razón humana, sino mirado desde el amor, amor que no dudo en entregar hasta su última gota sangre, y en decir «hágase tu voluntad y no la mía».

Hoy, cuando proclamamos el reinado de Cristo sobre el Universo, debemos contemplarlo desde esta perspectiva, Él ha vencido a la muerte y lo ha hecho por amor, el viene anunciar una civilización que se materializará en el cielo, es un reinado que no acaba con esta vida terrenal, al contrario, que apenas empieza en el paraíso el lugar que Cristo prepara para cada uno de nosotros a la diestra del padre; un reinado que nos hace pensar en ¿que estoy haciendo en la tierra para contribuir en la civilización del amor? un reinado que me hace ver la vida desde otra perspectiva muy distinta a lo que el mundo me ofrece, una vida centrada en la figura de Cristo que no pide otro reinado más que tu corazón.

La fiesta de Cristo Rey del Universo nos invita a poner nuestra mirada en èl, a hacer vida esas palabras de San Pablo cuando afirma que » En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador al Señor Jesucristo» (Filipenses 3, 20) ese es el sentido y razón de ser del cristiano: una vida terrenal que es pasajera, en la cual se debe tener los pies bien firmes sobre la tierra, sin perder de vida al rey y centro de su vida: Cristo.

Y tú que hoy proclamas a Cristo Rey del Universo: ¡No te desanimes ni creas que nuestra fe es una fe de muertos, al contrario, piensa en que el reinado que te ofrece Cristo va más allá de tu vida mortal, un gran reto! por supuesto que lo es, pero no imposible de lograr.

Finalmente, celebrar Cristo Rey del Universo significa proclamar que sólo Cristo ha podido vencer la muerte, y lo ha hecho para ofrecernos vida eterna, en donde podamos vivir como verdaderos hermanos de Cristo y alabando y bendiciendo al único merecedor de toda gloria: Dios, a Él todo el honor y la gloria por los siglos eternos. Amén

Misionera de Caracas, Karla Bellorín

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