El Buen Pastor, ícono de nuestra espiritualidad congregacional


El Buen Pastor, ícono de nuestra espiritualidad congregacional

Jesús el Buen Pastor

La figura del Buen Pastor recoge de manera excelsa lo que nuestra espiritualidad y misión representan. Tanto San Juan Eudes como Santa María Eufrasia lo mencionan en sus exhortaciones a las comunidades y lo colocan como modelo a seguir.

Sin embargo, ¿Sabías que, al utilizar el mismo término, ellos se están refiriendo a cosas distintas? En esta ocasión profundizaremos un poco más sobre estas dos visiones de quien es El Buen Pastor y como siempre, descubriremos que tienen que decirnos nuestros santos Eudes y Eufrasia sobre cómo vivir el compromiso cristiano en estos tiempos.   

SAN JUAN EUDES Y EL BUEN PASTOR

Cuando el Padre Eudes emplea el término Buen Pastor se está refiriendo a los sacerdotes. Usando la metáfora bíblica del Buen Pastor (Jn 10, 1-11), el insigne misionero busca ilustrar como ha de ser la vida de aquel que es llamado a servir a Cristo a través del ministerio sacerdotal.  Según él, ser escogido para el sacerdocio es un don indescriptible para quien lo recibe y que a su vez trae consigo serios deberes que cumplir. En su obra,  El memorial de la vida Eclesiástica, en la sección denominada Cualidades y excelencias de un Buen Pastor, encontramos plasmada la manera como San Juan Eudes considera que debe ser un pastor bueno:

                “Es lampara ardiente y brillante sobre el candelabro de la Iglesia: ardiente por su amor a Dios, brillante por su cariad con el prójimo, ardiente por la perfección de su vida interior, brillante por la santidad de su vida exterior, ardiente por el fervor de su continua oración, brillante por la predicación de la Divina Palabra.”.

He aquí, como ha de ser un verdadero pastor, un hombre lleno de la presencia de Dios, tanto, que ella lo hace, cual antorcha, primero arder y luego brillar. Pero para arder la antorcha ha de nutrirse de combustible. La oración, la unión con el pastor de pastores, es el elemento que genera toda esa dinámica de vida entregada al servicio del Señor. Luego el santo misionero nos introduce en lo que ha de ser la vida apostólica del sacerdote:

“Pero principalmente es el padre, el abogado, el procurador, el defensor de los pobres, de las viudas, de los huérfanos, de los extranjeros y el refugio de todos los desdichados. El encuentra su placer en conversar con ellos, en visitarlos y consolarlos en sentarlos a su mesa y servirles, en tomar su causa entre sus manos, en velar por sus intereses y en defenderlos contra sus opresores.

Ese es el Buen Pastor de San Juan Eudes, un hombre lleno de Dios, que sale de sí para llevar el mensaje de salvación a la gente y se esmera en atender al más pobre, al marginado, al excluido.

SANTA MARIA EUFRASIA Y EL BUEN PASTOR

La madre Eufrasia usa el término Buen Pastor para referirse a Jesucristo, quien se denomina a si mismo de esa manera como podemos verlo en Juan, 10, 1-11. La santa exhorta a las hermanas a emularlo.  De la conferencia número 6, extraemos lo siguiente:

“He aquí amadas hijas, el ejemplo que debemos imitar; están destinadas a ser otras tantas buenas pastoras, debéis imitar la abnegación, la caridad y el celo de Jesús”.

Pero la Santa Madre añade:

“Recordad siempre que, para trabajar con fruto en la salvación de las personas, es necesario ser santas, ser todas de Dios. Jesucristo os ha elegido, os ha asociado a su misión en medio de los pueblos a fin de que den abundantes frutos. Ahora bien, ¿Qué hace un buen pastor? Sufre con frecuencia hambre, sed y toda clase de penalidades, con tal de lograr buenos pastos para sus ovejas. Durante el verano busca lugares donde se encuentre el fresco y el agua, al llegar el invierno las lleva donde el frio es menos riguroso, la hierba más crecida y más abundante. Vela día y noche para evitar que el lobo se acerque. He aquí lo que ustedes tienen que hacer con las jóvenes y niñas cuya guarda Dios les ha confiado. Velad cuidadosamente sobre ellas, observen cuales son sus necesidades, ya sea para el cuerpo o para el alma procurándoles lo que sea mejor para ellas”.

Como vemos, el término Buen Pastor es empleado en forma distinta por los dos santos, sin embargo, hay puntos comunes en ambos que nos pueden dar muchas luces sobre la vivencia del llamado vocacional.

Tanto San Juan Eudes como Santa Mara Eufrasia entienden la vocación como una elección de Dios hecha en favor de una persona. Vista así, ella es pura gracia y bondad de Dios para con el elegido.  Ambos comprenden que es preciso responder a ese llamado con acción en favor de las personas en especial las más necesitadas y vulnerables.

Según su criterio, hay un requisito previo a la misión que el o la elegida debe cumplir y es tener una estrecha relación con Dios para poder asumir los retos que conlleva ser de Cristo y para dar fruto.

Finalmente, al igual que el Divino modelo que es Cristo, la persona elegida debe ser otro “Buen Pastor” imitando su vida y actitudes.

NADA ES MÁS IMPORTANTE QUE EL EVANGELIO, EL BUEN PASTOR BUSCA AL QUE SUFRE, CURA A LOS ENFERMOS Y LLEVA A LOS DÉBILES EN SUS BRAZOS

Hna Daisy Álvares, Nuestra Señora de Caridad del Buen Pastor


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